Te sigues yendo, y ya sólo quedan recuerdos cada vez más difusos, del amor que jamás pudo imaginar una situación así, del amor que me hizo sentir inmune ante atropellos como este, cuando parecía que les pasaría a muchos, menos a nosotros. Ya solo queda un dolor que por dar ya no da ni lágrimas, una cama en huelga de besos, un futuro pasado, caricias a la pared, nostalgia sin medida. Noches que harían sentir solo y histérico a un monje budista. Aroma a semen enfadado. Esperanza rebelde sometiéndose a la apatía. Olor a humo de las noches que nunca viviremos. Tiempo perdido intentando igualar esa sensación. Y demasiado más, y demasiado menos.
Te sigues yendo, y ya solo quedan tus hondas huellas donde esconderme cuando el presente sea insípido, a riesgo de ser descubierto por la locura y la tentación de su promesa de amor más duradero. No voy a poder olvidarte aunque tal vez lo merezcas, y realmente tampoco quiero. No todos los días conozco a alguien que deja al poeta sin palabras.
Te sigues yendo, y yo no sé a donde ir.
-Pablo Hásel-